27.6.10

SPICA



En un recóndito lugar del cielo, había una estrella pequeña que brillaba muy poquito. Cada día al ponerse el sol, ella se entristecía al compararse con sus compañeras y amigas. Anhelaba que se hiciera de día para poder ir a dormir. Un día vino una ráfaga muy fuerte de viento, un viento frío que hizo que sus amigas se congelaran. Nuestra estrella que en un principio pensó que a ella le pasaría lo mismo observó asombrada que no sentía frío, sino que se ponía a cada momento más y más colorada. Llegó un momento en que estaba incandescente. Asombrada pensó que se estaba volviendo loca o que tal vez fuera un sueño. Se frotó la carita con las manos para darse cuenta que seguía despierta. Tal era el calor de su cuerpo que la luz que despedía se veía desde la tierra como una bola de fuego. No podía hablar con sus amigas porque estaban tan heladas que apenas se apreciaban. La luna se encontraba demasiado lejos, y el sol no se veía. En su soledad se sintió triste y se puso a llorar. Cada lágrima que caía de sus ojos se convertía en una nueva estrella, tan brillante que no se podía mirar directamente. No comprendía nuestra estrella ¿cómo podía estar ocurriendo esto? De pronto, tras largo rato llorando sin cesar, rodeada de multitud de nuevas estrellas brillantes y bonitas paró de soplar el viento frío, y sus amigas recobraron su luz. La estrella les contó lo que había pasado y entre todas descubrieron que la misión de la estrella poco luminosa no era otra que la de guardar su fuerza para que llegado el momento apropiado pudiera dar a luz a nuevas estrellas y todas juntas formar una constelación. Pensando en que nombre se pondrían decidieron que se llamaría VIRGO. Spica, que así se llamaba nuestra estrella brillaba ahora más que ninguna, convirtiéndose en la más hermosa y bella estrella del firmamento y todas ellas se esparcieron por él tomando forma de mujer, la más perfecta silueta de mujer que jamás se había visto. No es la verdadera historia mitológica de esta constelación pero..podría serlo.

21.6.10

PINTANDO EMOCIONES




Te podría escribir los versos más tristes esta noche,pero... si Pablo Neruda estuviera conmigo seguro que no me dejaría. Podría intentar escribir versos pero no, no soy poeta. Es frecuente no saber expresar lo que se siente, lo que inunda nuestro interior. Podemos utilizar para ello un vehículo que haga las veces de arco iris por el que se deslicen los pensamiento para que los sentimientos de traduzcan en palabras y poderlos compartir. Escribo esto mientras oigo la melodía de Yiruma. Es tal la delicadeza de las notas que brotan del piano que provocan un estado de bienestar, de momento placentero, que me llena el espíritu.
Desde luego son estos los momentos en que tras la entrevista de trabajo de Ángela, se sentó en la terraza de una cafetería del centro. Su cuaderno de bolsillo, su lápiz, y su MP3. Había superado la entrevista. Se sentía culpable por encontrarse feliz en aquellos momentos. Una estela de estrellas se abría ante ella.
Fue a su piso, cerrado tanto tiempo y abrió una a una todas las ventanas, tantas como en casa de su madre había cerrado. El sol, poco a poco iluminó la estancia, un pequeño apartamento en el que todo era Ángela, sus cuadros, sus muebles, los adornos, eran como una prolongación de ella. Los colores se mezclaban en armonía ordenada que inundaba de serenidad y confort la casa. Diseñadora gráfica, había sabido plasmar el mejor mensaje en su casa, quien entraba en ella entraba en otra dimensión, era capaz de sentir sosiego, tranquilidad, placer...
Una vez la luz en ella, levantó la tapa del piano, piano que había sido de su padre y que ella quiso conservar a toda costa. No lo sabía tocar, era su asignatura pendiente, pero le gustaba pasar la mano sobre las teclas evocando el vano recuerdo que de su padre le quedaba, este murió también siendo ella muy pequeña, aunque recordaba con claridad los ratos que todos juntos pasaban impregandos por la magia de la música.
Anteriormente había trabajado para una empresa en la que había dado mucho tiempo de su vida y que al intentar pedir la excedencia por la enfermedad de su madre la habían despedido. La despedida del trabajo arrastró la despedida de una relación que podría haber comenzado.
Sacó los pinceles y escuchando de nuevo la música comenzó a dibujar, sin dar formas concretas, a las situaciones y sensaciones que estaba experimentando. Comenzó con tonos apagados, pero poco a poco fueron volviéndose más y más luminosos, quedando en unos colores pastel a los que se fueron uniendo el diseño de unas siluetas primero indefinidas que querían emular ninfas, hadas y que hacían que sus manos corrieran más y más por el papel apareciendo un hermoso paisaje, plasmando con gran belleza la esencia y la percepción de esas emociones y sensaciones reprimidas, escondidas, aletargadas. Pudo, contemplando el dibujo, ver el amor de aquellos que se fueron y que le dijeron "hasta pronto" pues la esperan, felices, y le desean que sus días sean hermosos y la aguardan allá, para poder abrazarla con toda la paleta de emociones que el mundo es capaz de pintar...

20.6.10

EXTRAÑO AMOR

Ese era el hombre que a los seis años quería ser cocinero, a los siete ambicionaba ser Napoleón y que finalmente terminó por definirse como el mayor genio de todos los tiempos. Entre medias se decidió por ser peluquero y no se le ocurrió mayor atrevimiento que tomar a Gala como maniquí para esta experiencia. Ella, paciente y confiada, siempre enamorada de su genio se presta con enorme sacrificio, a que Salvador le haga "el retoque".
Esa mañana mientras desayunaban, Dali, siempre genial exclama a todo pulmón:
-Gala, hoy voy a pintar en tu hermosa cabellera. Va a ser mi lienzo, en el que con las tijeras como pincel voy a crear el más bonito cuadro jamás creado por pintor alguno.
La pobre Gala resignada mira sus cabellos en el espejo que tenía delante y piensa que la obra no puede ser la mejor si tenemos en cuenta "la hermosa cabellera" que va a hacer de lienzo, no obstante con voz resignada le contesta:
_ ¡A tu disposición!
Chas, chas, corte por aquí, corte por allá, queda Gala como un pollo recién salido de una charca. Salvador, siempre visionario, entusiasmado con el resultado de su trabajo grita eufórico:
- Gala, ¿te has visto? La magia se ha apoderado de mí esta mañana, jamás creí que pudiera salir una obra tan espectacular en un lienzo tan versátil.
A lo que Gala respondió:
- Querido Salvador Dalí, sólo te queda lienzo para otra obra y no mojes mucho el pincel.

ELLIETTE Y LAS HADAS



Es cierto. Había una vez un bosque que albergaba todo un poblado de hadas, duendes, elfos y demás seres extraños para nosotros, los humanos. Todos vivían felices en verano y en primavera, pero al llegar el otoño y comenzar las hojas de los árboles a caer, se sentían incómodos y desprotegidos ya que los humanos los podían ver con más facilidad. Tal era su temor que pidieron ayuda a las estrellas y al sol. Creían que si no alumbraban el bosque no los verían. Sol y estrellas decidieron ayudarles y cuando comenzaban las hojas a caer, se hacía la noche, la oscuridad reinaba hasta la llegada de la primavera.
Se forjó una leyenda en torno al bosque y a su oscuridad que decía que a quien se arriesgara a entrar, fuera día o fuera noche, jamás regresaba, ya que los extraños animalitos del bosque los transformarían en seres como ellos y formarían parte de su gente hasta el fin de los días.
Con este temor vivían en el pueblo cercano al bosque, hasta que un día Ellette decidió atreverse a adentrarse en él con el temor de no volver a salir. Sus amigas no querían que lo hiciera, pera ella, obsesionada desde pequeña con la posibilidad de encontrar amigos más allá de su pueblo, de ver qué era lo que realmente pasaba, se hizo la valiente y portadora de una linterna y su amuleto de la suerte entró. Al principio andaba con mucho recelo. Cualquier ruido, por pequeño que fuera la asustaba. Creía ver hadas y duendecillos y ella misma se convencía de que no era posible ya que sólo en los cuentos existían. Conforme se adentraba, más y más oscuridad reinaba. Las ramas al ser pisadas hacían ruidos que el bosque se tragaba. Los pajarillos parecía que cantaban muy, muy bajito, como para no despertar a un niño que durmiera. Las luz disminuía conforma la espesura del bosque aumentaba. Su miedo también iba en aumento. Por un momento creyó oir un lamento, pero supuso que era el viento al deslizarse por entre los árboles. Elliette prosiguió mirando atentamente a un lado y a otro. Miró hacia arriba y sorprendida no vió el sol, ni siquiera la luz que los rayos desprenden. Le pareció extraño ya que para ella hacía sólo una hora que se adentrara en el bosque y cuando lohizo eran las doce de la mañana. Pensó que se había nublado y que las nubes ocultaban su luz. Más adelante observó que algo caminaba muy cerca de ella. Ahora sí, estaba segura de haber visto una silueta de algo parecido a una persona pequeñita. Curiosa abrió más los ojos y forzó la mirada para ver si podía distinguir algo o alguien entre la espesura. Pensó en encender la linterna pero no lo hizo ante la posibilidad de que el pequeño ser se asustara y huyera para otro lado. Efectivamente una diminuta persona andaba tras ella, no, eran dos. Las pudo divisar cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad. Parecía que el temor era mutuo. Elliette se paró y haciéndose la despistada se sentó en una piedra del camino. Inmediatamente oyó un grito que salía de la roca en donde se había sentado. Sin darse cuenta lo había hecho sobre una de las diminutas criaturas. Por poco la aplasta, veloz se levantó de la roca y se dirigió corriendo al otro extremo del camino. Mientras las hadas del bosque, porque eran hadas, asustadas le hicieron ver que tenía que prestar más atención que por poco las chafa. Elliette repuso que creía que estaba sola. Las hadas le dijeron que sabían que estaban caminando juntas ya mucho rato. Que ellas no habían dicho nada por miedo, pero que la estaban observando y no entendían que hacía por el bosque cuando sabía el peligro que corría. Elliette les dijo que no creía en las leyendas del bosque y que si estaba allí era para ver si realmente existían las hadas y los duendes que todos negaban y que a la vez temían. Las dos haditas fueron poco a poco perdiendo el miedo, le preguntaron el nombre, le preguntaron la edad, por su pueblo, por sus amigos… Elliette estuvo hablando con ellas por especio de dos horas. Las hadas a su vez le contaron cosas a ella que le hicieron pensar en la belleza y en la bondad de los seres diminutos. Como había pasado mucho rato se despidieron y quedaron emplazadas para otro día, pues habían perdido cualquier asomo de miedo y estar juntas había resultado muy agradable. Cuando cada una volvió a sus respectivos lugares pudieron contar lo ocurrido aún a sabiendas de que no las creerían, pero para ellas daba lo mismo habían desmontado un leyenda malvada. A partir de ese momento Ellette y las hadas se vieron en muchas ocasiones y las amigas de ambas. Más niñas y más hadas se conocieron y se perdió el miedo a entrar en el bosque y a salir de él. Hablaron con las estrellas y con el sol y estos volvieron a iluminarlo con tanta luz y tanta alegría que hasta las mariposas bailaban con la música de los ríos, de los pájaros y de los árboles y bailaban las hadas y los duendes y las niñas. PD: Cómo podéis ver hablando se entiende la gente, incluso en el mundo de la fantasía.